lunes, 14 de julio de 2014

Km 2. El Enamoramiento..

A veces, cuando menos te lo esperas suceden cosas... a veces esas cosas te marcan para siempre. 


Uno de esos domingos apareció por el aparcamiento del Karting el señor P. El señor P conducía un Seat 1430 y arrastraba un remolque con 3 motos rojas. Una Montesa Cota 247 cc, una Cota 74 cc y una pequeña Cota 49 cc. Se dirigían al cercano campo de aviación, el aeródromo de Alfés y nosotros les acompañamos. 



Me quedé muy impresionado viendo evolucionar al señor P en la Cota 247, a un sobrino suyo en la 74 y sobre todo a su hijo (dos años más pequeño que yo!!) en la pequeña 49. A un lado de la explanada había un cortado por el que bajaba serpenteando de forma pronunciada un pequeño sendero y por el que aquel niño, conduciendo la moto de pie, bajaba y subía, daba la vuelta y volvía a bajar y a volver a subir y así sucesivamente. Yo había hecho cosas parecidas con la bicicleta pero nunca en una pendiente tan pronunciada. 



Pero para lo que no estaba preparado era para que aquel niño más pequeño que yo parara su moto a mi lado y me invitara a probar????!!!!!



No sabía que decir, nunca en mi vida había subido a una moto y me ví golpeado de repente por la mezcla de ganas, miedo, excitación... accedí lleno de todas esas sensaciones



La Cota 49 solo tiene 3 marchas, la 1ª para abajo y las otras dos para arriba. Puse 1ª empecé a soltar embrague y cuando empecé a notar el empuje aceleré y me puse de pie imitando al dueño de la moto. Aceleraba hasta que el motor subía de vueltas pero no me atrevía a cambiar de marcha así que soltaba gas. Estuve dando vueltas en 1ª todo el rato por la zona plana y aunque me indicaban que pasara a 2ª yo no lo hice.



Tengo el recuerdo de ese día grabado a fuego en mi mente. Todas las sensaciones, el olor de gasolina, el ruido del motor, el color rojo...



Desde entonces, cuando íbamos a la torre del señor P a pasar el día y a bañarnos en su piscina yo me deslizaba hacia el garaje donde permanecían mudas las tres motos rojas y me subía en la 49. Podía pasar todo el día allí subido, volviendo a sentir su olor, viendo su color rojo...aunque sin oir el ruido de su motor.